Por Tristan Taylor, posted Friday, December 09, 2011 (11 years ago)
RÍO DE JANEIRO, Brazil (BP)--Su corazón tiene una carga: un día, va a salir a compartir el Evangelio y no regresará a casa.
Eric Reese, un misionero de la Junta de Misionera Internacionales (IMB, por sus siglas en inglés) sirve en uno de los campos misioneros más peligrosos en Sudamérica -– las favelas de Río de Janeiro, Brasil, controladas por las pandillas.
"Le escribí una carta a mi esposa," dice Reese. "Le dije, 'Amor, si no regreso, sé fuerte. Diles a las niñas que su papá las va a extrañar. Que Dios también tiene un plan para sus vidas.'"
La pasión de Reese es hablar del Evangelio con los narcotraficantes, pandilleros y prostitutas.
"Quiero amar y demostrar a esas personas que no son un grupo olvidado," dice. "No son un grupo que no tienen importancia para Cristo. Todos tienen el mismo valor a los pies de la cruz."
Reese y su esposa Ramona han servido en Brasil desde 1999 y han criado a sus dos hijas, Gloria, de 13 años y Alicia, de 9, entre el entorno de Río, la mega metrópolis de Brasil. La familia Reese proviene de Sherwood Baptist Church en Albany, Georgia.
Ramona trabaja en Río con las mujeres en las favelas y con las de escasos recursos. En años anteriores, Dios ha virado el enfoque de sus esfuerzos evangelísticos para incluir también a las esposas y madres en la clase media que ha conocido en el gimnasio y en la escuela de sus hijas y en las prácticas de ballet.
Aunque Ramona raramente entra en los barrios violentos con su esposo, el hecho que él ministre ahí afecta a toda la familia.
"Creo que yo era genuinamente ingenua y no entendía lo que estaba pasando durante los primeros cuatro años," dice ella. "Pero cuando comienzas a ver que la gente muere –gente que conoces—entonces entiendes lo que está pasando realmente..." Read More